sábado, 16 de abril de 2011

Me rindo

Casi soneto


La dulce claridad que nos envuelve
se vuelve de repente opaca y fría.
Regresa, pues, al alma la agonía
que nunca pudo remediar la muerte.

No vine al mundo para más tormento
que el de beber tus lagos cristalinos,
que son terribles ahora a mi sino,
aunque preciado bien hace un momento.

Porque el alma me cambia, como el río,
porque escapa el amor, sin yo quererlo,
en el infierno de tu voz me hundo.

Paso presto de tu calor al frío,
y cuando quiera morir por tenerlo,
lloverá hasta que desborde el mundo.





Como ves, no lo he conseguido. Me rindo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario