domingo, 24 de abril de 2011

Hendrick´s

Me espera
transparente y en calma,
destilando su intenso olor,
translúcido a ratos
en lo vidrioso de mi mirada,
con la herida abierta de sangre amarilla,
para devolver la opacidad a mi alma.

jueves, 21 de abril de 2011

Y desde el acantilado,
los dos mares vecinos se extienden
profundos, calmos.
Dos mares milenarios que a veces
se esconden en mi costado.
Y los amo.

Pero si nado, abrazándolos,
las fuerzas se desvanecen,
y apuro mi vivir, pues soy Leandro,
casi desaparecida la luz del faro.

Así.

Como si esta muerte nuestra
sólo encontrara pureza
en la total y absoluta ausencia
de signos.

miércoles, 20 de abril de 2011

Eco Visceral

Cuando el sol se nos apague al fin
aún seguiré caminando,
y mi alma vacía pesará más que nunca
en algún bolsillo de mi cazadora.

Estaré pisando los tres o cuatro
senderos de siempre,
desconocidos ahora a mis ojos,
tan vacíos como el resto de mi cuerpo
y resonarán mis pasos en la oquedad
que dejó mi alma.

Dejará de arder el sol,
pero no cesarán las risotadas
del universo señalándome
perdido, entre las sábanas
de mi cama.

En algún punto la jodí
metafísicamente hablando,
y quedé convertido en la cueva
donde resuenan las risas
de los astros.

sábado, 16 de abril de 2011

Geminados

Evans


Él no puede olvidar su propia muerte
y millares de cuervos tienen tumbas
en su vientre;
todos graznan quedamente
motivos de Yann Tiersen.

Tiene miedo a la batalla,
pero parece que olvida
que aquél que no lucha
no muere.

¡Cómo le gustaría ser muerto
sin exponer al criminal el alma!


Plath


Ella no se reconoce en los pedazos
que fue dejando de sí misma en el camino,
y le pierde la pista, de pronto,
a todos los suicidas.

Ella no se reconoce en lo que ahora dice,
en las nuevas palabras que le brotan
directamente del vientre.

Lleva a rastras el alma
vacía
por la herida abierta de la incertidumbre.

Sangra oscuridad el costado de la luna.

Pero yo me alegro, porque veo
que crece.


Me rindo

Casi soneto


La dulce claridad que nos envuelve
se vuelve de repente opaca y fría.
Regresa, pues, al alma la agonía
que nunca pudo remediar la muerte.

No vine al mundo para más tormento
que el de beber tus lagos cristalinos,
que son terribles ahora a mi sino,
aunque preciado bien hace un momento.

Porque el alma me cambia, como el río,
porque escapa el amor, sin yo quererlo,
en el infierno de tu voz me hundo.

Paso presto de tu calor al frío,
y cuando quiera morir por tenerlo,
lloverá hasta que desborde el mundo.





Como ves, no lo he conseguido. Me rindo.

martes, 5 de abril de 2011

Eres, al fin y al cabo,
la terca resurrección,
el inevitable retomar la vida,
la potencialidad de la ausencia.

Sólo existimos porque el uno al otro
nos escribimos
y así, no somos más que negro sobre blanco.
Azul sobre azul.
Literatura.
Tan frágil.

Cuando todos los rincones de Macondo
hayan sido descubiertos
y lleves la cuenta justa
de los besos de Catulo
y las piedras de Virginia,
estaremos reviviendo.

Devorémosla pues,
no sea que nos veamos de repente
sin su contaminación en la mirada,
pues si me miraras con los ojos vivos
no me reconocerías.

¿O podrás recordar nuestra muerte
al ardernos las entrañas
por respirar el aire alambicado
en nuestros pulmones?