miércoles, 8 de septiembre de 2010

Non ci cercammo allora. Ora non piove.

Y te escondes. Lo peor es que te escondes. Y te desentiendes. Y me pides (me exiges, pero eso tú no lo sabes) que finja. Y oigo tus palabras como si no las oyera yo, las oigo como si fueran dichas en otra época; en otra vida, allá donde aún significaran algo y donde llueve. Llueve. Y se nos mojan los pies. Y merece la pena. Detengo mi respiración, pero así oigo la tuya, y ya no sé qué es peor. Y finjo, y entonces nos colamos en los cines, y bebemos cerveza, y nos rozamos sin querer, niños que se tocan mientras juegan, y, por un instante, vuelve a llover. Como antes.

Hoy, el puto sol del verano derrite las piedras. Y mientras, me ducho, y cierro los ojos. Y llueve.

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