domingo, 11 de septiembre de 2011

Rock´n´Roll

A veces se acurrucaba a escribir en el centro de su cama, mientras oía llorar a su madre.
Sabía que, mientras la oyera, ella estaría ahí.
Otras veces, escuchaba a su padre golpear las paredes en la noche, o bajar las escaleras
con pasos espaciados, y a la mañana siguiente veía la huella ensangrentada de la mano de su padre en la pared.
Sabía que, cuando no lo oyera, ni quedaran huellas, él mismo estaría allí.
A la noche siguiente, lloró mientras daba puñetazos a la cara de su padre, que dijo
que él ya era mayor, y que sólo a él respetaba.
Lloraba mientras lo veía tirado en la calle echando espuma por la boca.
Después, nunca más lloró.
Y supo que, mientras no llorara, el mundo estaba ahí.

Esto, a veces.

Pero siempre tuvo la sensación, casi  como una especie de designio cósmico
de odiarlo todo.
Y el cansancio de odiar se le quedó enquistado en la mirada.
Y supo que mientras odiara, él no podía morir.

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