lunes, 31 de mayo de 2010

A Ethos


JORGE MANRIQUE
        
              La breve obra conservada de JM es exclusivamente poética son cuarenta y nueve poemas con menos de dos mil cuatrocientos versos. Estos poemas tratan casi todos temas amorosos. Hay tres poemillas burlescos y dos de contenido moral: las coplas, cuatrocientos ochenta versos, y el principio de un poema titulado “contra el mundo” que estaba escribiendo cuando murió y que fue hallado entre su ropa.
Si no fuera por las coplas, Manrique sería un poeta más de los muchísimos que por entonces cantaban a sus damas con los tópicos del amor cortés.
Las coplas: métrica y mensaje
Esta gran elegía a Rodrigo Manrique consta de cuarenta estrofas llamadas “coplas de pie quebrado” o “manriqueñas”. Cada una de ellas es una sextilla doble y tiene por tanto doce versos. Dentro de cada sextilla son octosílabos el primero, el segundo, el cuarto y el quinto, y tetrasílabos el tercero y el sexto. Su fórmula métrica es: 8a 8b 4c 8a 8b 4c / 8d  8e 4f 8d 8e 4f. En general, los doce versos desarrollan un pensamiento completo y coherente, y cada verso alberga una unidad sintáctica. El ritmo producido por la secuencia de dos octosílabos seguidos de un tetrasílabo es muy solemne. El tetrasílabo introduce rítmicamente una ruptura, un corte del discurso, como si obedeciera a un desaliento, a una pérdida de fuerzas por parte del poeta, que se adecúa muy bien al tono funeral del poema.

El lenguaje utilizado por Manrique es de gran sobriedad, en contraste con el muy latinizante que constituía la moda en el s.XV, impulsada por Mena y Santillana. Nuestro poeta introduce cultismos pero con tanto acierto que casi todos  ellos pertenecen hoy al habla común. Se observan en las coplas vacilaciones idiomáticas típicas de su época. La lengua, aunque camina hacia su fijación, no está fijada todavía, y así, Manrique escribe con “f” inicial o con “h” aspirada. Otras veces utiliza “non”, intercambiándolo con “no”. Son vacilaciones porque todavía el sistema no está fijo en el siglo XV.

ESTRUCTURA

Es fácil percibir en esta elegía dos partes: las veinticuatro primeras estrofas desarrollan ideas generales sobre la brevedad de la vida y vanidad de las cosas mundanas. En las dieciséis últimas se hace el elogio fúnebre de Don Rodrigo. De esta manera, Manrique sigue una línea que va de lo general a lo particular. La crítica estima esto como un acierto. Si el orden fuera inverso, tal vez la elegía iría perdiendo densidad, ya que lo más sentido y emocionante de ella es el dolor concreto del hijo ante la muerte de su padre. Expresándose esto al final, la emoción va creciendo y haciéndose más aguda, con lo cual, el resultado artístico es superior.

ORIGINALIDAD.

Puede asegurarse que ni una sola de las ideas que desarrolla Manrique en su elegía es original. Todas eran de circulación general en la Edad Media, e incluso antes. Muchas tienen origen bíblico. Su originalidad, como suele ocurrir en muchas obras maestras, no radica pues en la invención de temas, o en la novedad de sentimientos, sino en la hondura y sinceridad con que el poeta hace suyos como si fueran inventados por él aquellos grandes temas. Y claro es, en lo afortunado y exacto de su formulación verbal, con acuñaciones lingüísticas que mueven el espíritu del lector. No olvidemos que la calidad literaria no la dan los contenidos, sino la perfecta expresión de éstos en la estructura de la obra y en el tejido verbal.

El poeta Quintana, del s.XIX, dijo que las coplas eran un sermón funeral, y no le faltaba razón, al menos en lo que se refiere a la primera parte. Desde el principio, se advierte el tono exhortativo que las caracteriza.

En la segunda parte, cuando la muerte se dirige a don Rodrigo, el tono exhortativo es aún más marcado. En  correspondencia con este tono, como ha señalado Pedro Salinas, el gran poeta, está la sentenciosidad, el poema está plagado de sentencias, que se recuerdan como máximas de valor eterno. “cualquier tiempo pasado fue mejor” “nuestras vidas son los ríos que van a parar a la mar”. A pesar, pues, de su escasa originalidad, se produce el milagro del arte por la autenticidad con que Manrique escribe y por el prodigioso equilibro estético que alcanza entre fondo y  forma. Todos los grandes poetas españoles han admirado las coplas, desde Lope de Vega, que dijo que merecían ser escritas en letras de oro, a Antonio Machado, el cual asegura en un poema: entre los poetas míos, tiene Manrique un altar.

4 comentarios:

  1. Como sigas así esto se va a convertir en un amasijo de apuntes de filología.

    Me quedo con la frase: "la calidad literaria no la dan los contenidos, sino la perfecta expresión de éstos en la estructura de la obra y en el tejido verbal."

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  2. ¿Y eso es malo? Lo de los apuntes, digo.

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  3. No lo llames apuntes, llámalo... blog ilustrativo.

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