sábado, 12 de noviembre de 2011

Cuando no queda nada, sólo quedan los picotazos en las tripas. Sólo queda la ventana abierta, las luces de neón de los cines de Gran Vía y las bolsas de los supermercados que mueve el viento y que se enredarán en los pies de mañana.

Queda el reloj parado, marcando el horario de vivir; queda el reloj tejiendo (tic tac) el otoño y queda el miedo de no haber nacido para entonces.

*

Cerrar los ojos acostado en tu vientre y escuchar como rugen las tripas de mi corazón.

El hecho de estar atraído por el centro gravitatorio de la vida tiene poco que ver con existir.

*

Nunca he visto los dientes amenazadores del otoño sin apoyar la cabeza en vuestros hombros.
Ahora, el otoño, o vuestros hombros, me devoran.

6 comentarios:

  1. ufa, los tres me dejaron tuerta, pero el primero.........

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  2. "más allá de cualquier zona prohibida
    hay un espejo para nuestra triste transparencia"

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  3. Me satisface leer estas cosas, mi pequeña promesa... pronto conquistaremos el mundo...

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  4. Sigue así. YO una vez escribí algo parecido. Recuerdo aquella mañana en "Les Deux Magots", ahora una trampa para turistas, pero antes, en mis primeros viajes a "la ciudad de las luces", un café inspirador. Recuerdo todo aquello porque la misión de aquella visita era asistir a unas conferencias que ofrecía mi, ya por aquel entonces, gran amigo Julien Green. En definitiva, espero seguir viendo tu evolución. Un cordial saludo.

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