El eco del mundo resuena en la esfera sin agujas del reloj, y el corazón se me pudre
encima de la mesa. Yo lo muerdo,
lo zarandeo,
me abalanzo sobre él con las dentelladas de un perro hambriento.
Pero no lo mato.
El muy cabrón me palpita su putrefacción en las entrañas.
encima de la mesa. Yo lo muerdo,
lo zarandeo,
me abalanzo sobre él con las dentelladas de un perro hambriento.
Pero no lo mato.
El muy cabrón me palpita su putrefacción en las entrañas.
uy Javierrrrr
ResponderEliminaresto es lo mejor que te leí...
Mi corazón también palpita... Se quedó en Italia; Italia me dice.
ResponderEliminarUn saludo grande, nos vemos en la música.